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¿Qué podría hacer Trump si de verdad quiere que las empresas se “coman” el coste de los aranceles?



En las últimas semanas, el presidente Trump ha puesto en la mira a, como poco, cuatro empresas minoristas por posibles subidas de precios relacionadas con los aranceles, siguiendo una estrategia que, al menos por ahora, parece enfocarse en presionar públicamente a sus directores ejecutivos.


“Estaré observando”, le dijo a Walmart, aunque también le dirigió duras palabras a Amazon, Ford y Mattel.


Sin embargo, algunas señales indican que quizá Trump no se limite a observar, ya que en un caso amenazó con imponer aranceles adicionales y cuenta con una serie de herramientas que le permitirían escalar aún más el conflicto.


Entre las opciones que tiene a su disposición se encuentran: investigaciones generales a todo el sector por parte de la Comisión Federal de Comercio (FTC), pesquisas gubernamentales sobre productos específicos y beneficios empresariales, presionar para que se apruebe una nueva ley en el Capitolio o incluso aplicar controles de precios mediante una orden ejecutiva.


Si algunas de esas opciones te resultan familiares, es porque muchas se contemplaron o incluso se aplicaron durante la presidencia de Joe Biden, cuando los demócratas denunciaban un “aumento abusivo de los precios” en medio de la inflación. De hecho, incluso se pusieron en marcha investigaciones formales en ciertas áreas, como el envasado de carne.


Otras de las herramientas que tiene Trump se remontan mucho más atrás, en particular a una orden ejecutiva emitida por Richard Nixon en 1971 que congeló los salarios y precios durante 90 días en plena crisis inflacionaria.

El presidente Donald Trump señalando a los fotógrafos a su llegada al Aeropuerto Internacional Libertad de Newark, en Newark, Nueva Jersey, en abril. (Foto AP/Evan Vucci) · ASSOCIATED PRESS.
El presidente Donald Trump señalando a los fotógrafos a su llegada al Aeropuerto Internacional Libertad de Newark, en Newark, Nueva Jersey, en abril. (Foto AP/Evan Vucci) · ASSOCIATED PRESS.

Mayor apertura presidencial a controlar los precios


Ryan Bourne, economista del Instituto Cato, ha estudiado el tema y afirma que Estados Unidos todavía está muy lejos de una situación parecida a las políticas draconianas de la era Nixon.


Sin embargo, en los últimos años ha notado una tendencia bipartidista cada vez más marcada que muestra una mayor disposición del gobierno a interferir en la forma en que las empresas fijan los precios.


“Me preocupa que estemos avanzando sin darnos cuenta hacia ese tipo de políticas”, señaló refiriéndose a los controles de precios en una entrevista reciente. Por ahora, dijo que las empresas se encuentran en un entorno en el que sus directores ejecutivos “tienen que adivinar cómo reaccionará el presidente o la administración a sus movimientos”.

Trump no ha sugerido que los controles de precios estén sobre la mesa. De hecho, pasó gran parte de su última campaña atacando un plan de Kamala Harris para prohibir el aumento abusivo de los precios de los alimentos y sus aliados dijeron que equivalía a controles “al estilo soviético”.


Sin embargo, Trump también ha dejado en claro que está siguiendo de cerca el asunto y mantiene todos los caminos abiertos. El fin de semana pasado publicó que Walmart, junto con China, debería “‘COMERSE LOS ARANCELES’ y no cobrar NADA a sus valiosos clientes”.


Del mismo modo, la Casa Blanca calificó un plan de Amazon para mostrar los costes arancelarios como un “acto hostil y político”.


Trump también respondió a la sugerencia de que Ford podría subir los precios diciendo que, si lo hiciera, “no vendería ningún auto”. También afirmó que, si Mattel tomaba esa decisión, “le pondremos un arancel del 100 % a sus juguetes”.

Un letrero de Walmart en 2024 en Miami, Florida. (Joe Raedle/Getty Images) · Joe Raedle vía Getty Images.
Un letrero de Walmart en 2024 en Miami, Florida. (Joe Raedle/Getty Images) · Joe Raedle vía Getty Images.

Una cuestión de “señales” para las empresas


Trump ha obtenido algunos resultados con su campaña de presión pública, que ha implicado múltiples llamadas a los directores ejecutivos, tanto por parte del presidente como del secretario del Tesoro, Scott Bessent.


Un éxito reciente de la Casa Blanca se produjo cuando esta semana Home Depot se comprometió públicamente en múltiples entrevistas a no subir los precios.


Los asesores de Trump celebraron esa postura, pero el gerente de D.A. Davidson, Michael Baker, argumentó en una entrevista en vídeo concedida recientemente a Yahoo Finanzas que dicha posición no difiere mucho de la de Walmart.


“Se trata más de las señales”, dijo. “Realmente no creo que esas dos empresas, Home Depot y Walmart, estén haciendo las cosas de manera muy diferente. Es simplemente cómo lo comunican”.

Ed Yardeni, de Yardeni Research, señaló que quizá otras empresas no tengan más remedio que arriesgarse a enfrentar la ira de Trump debido a los escasos márgenes de beneficio con los que se trabaja en el comercio minorista.


“Si no suben sus precios... su modelo de negocio no será sostenible”, escribió.

La situación se ha vuelto aún más confusa porque la Casa Blanca afirma a menudo que las empresas extranjeras son las que absorben los aranceles, a pesar de que varios minoristas han advertido sobre la presión a la que están sometidos.


“El presidente reafirma su compromiso de mantener los precios bajos para los consumidores estadounidenses y mantiene la posición de que los países extranjeros absorberán estos aranceles”, dijo recientemente la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.

Sin embargo, pocos economistas comparten esa posición. Bourne, del Instituto Cato, dijo esta semana que el aumento de la presión sobre los precios podría alimentar la narrativa bipartidista de que la greedflation (la idea de que las empresas aprovechan la crisis para obtener ganancias excesivas) es un problema que hay que afrontar.


Durante la presidencia de Biden, “fuimos testigos de una gran presión sobre las empresas por la reduflación y las tarifas ocultas”, dijo. También agregó que algo parecido podría arraigarse aún más bajo el mandato de Trump, sobre todo si la volatilidad de los precios causada por los aranceles genera descontento entre los consumidores.


Sin embargo, por el momento “creo que se trata fundamentalmente de intentar presionar a las empresas”, agregó Bourne.



 
 
 

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